martes, 21 de junio de 2011

Benediction

Rallando tu nombre en una cruz,
se me ocurrió este poema de amor,
lo escribí sobre una servilleta
y le puse música.

Te desnudé,
llené hojas con tus curvas
y las rodee de tus flores favoritas.

Canté mi canción,
seguí escribiendo y
pintando,
llenando de flores,
dedicándote mis letras
y bosquejos;
tus ojos,
los brazos,
las caderas,
las manos,
y seguí empantanándome.

Las cosas simples que oculta un nombre,
un millón de "te quieros",
un millón de canciones,
y son tantos incluso que los dioses se sorprenderían de que se olvidarse.

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