martes, 21 de agosto de 2012

Violencia de género.

Despego la piel con el aire que le da vida a la materia inerte.
y dibujo las burbujas que corrompen los pensamientos por las noches,
que escupen las voces de los autos en las horas pico de Buenos Aires.
Las últimas letras que escribieron los monjes envenenados en Neustria
y las frases de las voces poseídas por la razones Socráticas y dolorosas de Zenón.
Apegos improbables a corazones cuyos futuros desconocían.
Hoy repliego mi pobre labia para hablarles sobre .nuestro fracaso.
Hoy repliego las letras improbables del dudoso amor.
De la muerte violenta y de los pasados abiertos,
son aquellas cicatrices que suavemente sangran y cuyo color rememora el mar más profundo de los océanos.
ahí, perdido se encuentra el hombre,
asustado por su poder, inconmensurable e irresponsable,
atestado por la bajeza del hambre y la extinción
yace,
cabizbajo
y
gangrenoso,
la culpa de su grandilocuencia.
la voz y el ego bajo la tinta en el cuento inconcluso.
el desorden del habito.
la desconfianza del espíritu.
su atesorada racionalidad.
el espíritu de occidente.
el alma marchita.

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