yo me quede mudo;
te tenía flores, pero no las pude comprar
te tenía chocolates pero no los hice
te tenía un vino que nunca maduré
y te tenía una vida que se marchitó entre las asequias;
entonces,
con tu nombre ensima
reescribí la historia
buscando un nuevo comienzo
para el ocaso entre nuestros hombros
que se escondió entre nuestra cobardía
y la corbata que extrangula el destino
en este cuello que se aprieta lentamente.
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