lunes, 25 de junio de 2012

Manifiesto de los árboles del Amazonas


A quienes Vietnam les contó el cuento de que la vida fuera de casa es mejor a ellos que nadan apoyados en sus amputadas esperanzas sobre el mar de Andaman buscando ser comido por los demonios de sus crímenes suicidas.
A aquellos que las pesadillas del arcoiris cortaron sus manos y abarrotaron los hospitales en búsqueda del amor de madre.
Son los que aún niegan tres veces a Dios fuman marihuana y fornican sin amor a los que el jazz les abrió las venas y los abandonó a su suerte una noche en el Bronx.
Es Kerouac tirado bajo la hoja del camino que resuena entre los ecos de la cordura caleidoscópica y las lobotomías de cirujanos que engañan a sus esposas con la excusa de un sueño prometedor.
Son los ecos de la montaña que truenan esperanzados de rugir en las bocas del mundo esas voces de la tormenta que surgen en las universidades del mundo buscando callar a Wall Street y al individualismo que nos enseñó Friedman en Chicago bajo el concepto de libertad.
Son los Charles Manson que vagabundean por las calles de Manhattan con sus sacos de Brooks Brothers y su novia salida de las estanterías de Armani.
Es la pobreza de Carlos Slim.
El hambre de Piñera.
El miedo de Bill Gates.
Es el canto de Africa.
Es susurro de Latinoamérica.
Es el abrazo de la España sin trabajo y Grecia en llamas.
Es el mantra esperanzado de aquellos que el barco los tiró al mar y cubiertos de sus propias salivas supieron levantarse para parir a un hombre nuevo.
Es la voz de Goethe el piano de Beethoven y el abrigo de Ghandi que renacen sobre las mentes despiertas de los jóvenes de espíritu ellos a quienes sueño no conoce sino que la energía les abre los ojos y para quienes el manicomio es el hogar de los cuerdos cuya imaginación no es marginación y los arboles del Amazonas son banderas de lucha de esta y las generaciones que vienen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario